Historiador de Arte y Analista Cultural. Entrevista realizada por María Belmonte en julio de 1987

 

La ciudad de Monterrey se rige, como toda ciudad mayor, en una cultura formada por infinidad de conceptos –  contradictorios en muchos casos – que le dan un perfil de extraño encanto. En este contexto que nos pertenece, conversamos con el doctor Eduardo Rubio, historiador de arte como él mismo se define e incansable promotor cultural. Rubio explica sus ideas sobre cultura, exige responsabilidad de los promotores culturales, analiza las necesidades de nuestra ciudad y muestra sus preocupaciones y propuestas para elaborar un programa que defina la cultura de nuestra metrópoli. Esta conversación nos brinda la oportunidad de conocer la interpretación particular de un promotor cultural independiente, por cierto, muy escasos en estas fechas.

MB. Usted como sujeto participante en un contexto socio-cultural ¿cómo se define, cuál es su ubicación?

ER. Yo soy un historiador de arte contemporáneo. Me interesa mucho el desarrollo cultural de un pueblo y me gusta luchar por ese desarrollo. Creo en los efectos sociales comunitarios. De nada sirve un individuo aislado que se eduque solo y que funcione sólo para él. Para mí, la cultura es un diálogo, una conversación.

Soy un analista cultural y, desgraciadamente por mi formación, no puedo tocar las puertas de ninguna institución de Monterrey para solicitar trabajo, no hay trabajo para una persona especializada en esta materia. Con este antecedente, decidí abrir una galería de arte que me da para comer, pero nunca me he considerado un galerista; fundamentalmente mi preocupación es el desarrollo de la cultura. El hecho de estar al frente de una galería de arte es una consecuencia mayor de una infraestructura cultural que todavía no está en capacidad de absorber a un historiador de arte contemporáneo y a un analista cultural. Esta es la razón por la yo he decidido trabajar de forma independiente.

MB ¿Qué es la promotoría cultural?

ER Antes de hacer cualquier tipo de promoción, uno tiene que definir qué quiere, y, de antemano, desear impulsar un diálogo cultural. Es necesario hacer un análisis preciso del estado en el que se encuentra la comunicación entre la gente y el nivel de conciencia cultural. Para mí ha sido interesante, después de vivir muchos años en el extranjero, empezar a observar el medio, su pasado, su historia, ver el desarrollo de la cultura, de las artes, y en lo particular, la disciplina de la plástica. Este es el aspecto que más me interesa, además de mi especialidad.. Yo encuentro muchas cosas que han fallado en Monterrey, cosas que evitan que exista una conciencia y un diálogo entre los actores culturales. La ciudad no ha brindado los medios para que un ciudadano común tenga acceso a los bienes que le formen espiritualmente su sensibilidad. Si uno sale a la calle en París, se topa con que existe una conciencia muy alta del valor de los bienes culturales. Se ve en las esculturas, en las calles, en los murales, los edificios, la proporción de los árboles respecto al tamaño de los edificios, la altura que tienen sus edificios. Todo esto va formando, de manera inconciente, el gusto de los individuos.

Aquí en Monterrey hace falta esa conciencia. Uno sale a la calle y se encuentra con una cantidad de camiones urbanos echando humo por los tubos de escape; la contaminación ambiental va en aumento, hay mucha basura tirada en las calles y las banquetas, en fin, hay una falta de armonía generalizada que crea un caos visual, cultural y sensorial. En nuestra ciudad son muy pocos los lugares que invitan a estar. Son muy escasos los museos de historia o de arte. Estos son necesarios para formar conciencia en la población.

Por otro lado es importante analizar, antes de emprender cualquier acción concreta de promoción cultural, cómo se forman nuestros artistas. Muchos se han visto obligados a irse a estudiar a otro lado porque la ciudad no les brinda la posiblidad de hacerlo aquí. Esto provoca que el artista se desvincule de su propio medio; que  se aleje del diálogo propio de su ciudad. Este es un tema que he venido analizando y veo la necesidad de integrar a los artistas ya formados para generar un diálogo franco que nos lleve a un perfil más concreto de lo que es nuestra identidad.

Hablo de los artistas ya formados porque formar artistas nuevos nos mete a una zona que compete directamente a las universidades y al estado mismo. Sé que existe un proyecto bastante interesante para crear una universidad o Escuela de Altos Estudios para las artes y las humanidades. Ya se está trabajando en esta dirección.

Me interesa buscar en los artistas su expresión, analizar claramente su nivel de honestidad, porque para mí no puede existir arte si no existe honestidad. Me gustaría brindar un apoyo que sirva de núcleo para integrar a los artistas alrededor de él. Esto es difícil y lento, ya que a un artista que ha estado desvinculado por años le cuesta trabajo relacionarse con personas desconocidas. A mi me interesa apoyar a los artistas para que puedan vivir de su trabajo. Mi trabajo es servir de puente entre ellos y los coleccionistas.

Otro de mis intereses es la formación de un público. La falta de comunicación desvincula a los individuos para una justa apreciación del fenómeno artístico. El público no entiende por qué las obras de arte tienen cierto valor económico y por lo general se quedan en una apreciación muy superficial de las obras de arte. Para ello, he implementado en mi espacio, una serie de cursos dirigidos a la gente deseosa de una formación más sólida en ciertos campos de las humanidades y el arte.

MB: Como promotor cultural, ¿Cómo analiza el desarrollo de nuestra ciudad en este terreno, en los últimos años?

ER: Existe una apertura de nuevos espacios y el arribo de gente formada en el extranjero que vienen para quedarse, así también el surgimiento de escuelas y academias de arte. Es importante hacer notar que nada se gesta de la nada. Esto está vinculado a lo que ha venido sucediendo en la ciudad en décadas pasadas. El interés que ahora muestra la ciudad por desarrollarse en el terrena cultural obedece también a cierta holgura económica.

MB: ¿Holgura por parte de los artista o por parte de quién?

ER: De la ciudad. En Monterrey siempre ha existido una conversación, y es esta la que define su cultura. La conversación en Monterrey siempre ha girado sobre los negocios y las empresas. Esto ha traído un mayor bienestar económico que redunda en una mayor clase media, un número mayor de profesionistas y técnicos que requieren también de fortalecer su formación espiritual. Actualmente existen cinco o seis periódicos y tres de ellos hacen énfasis en su sección cultural. Esto denota que el arte está cada vez más presente en la conversación cotidiana. El desarrollo cultural de Monterrey está íntimamente ligado a su desarrollo económico.

MB: La abundancia de eventos en nuestra ciudad, ¿No será acaso una ficción que obnubile nuestra capacidad de análisis y distraiga hacia otros intereses?

ER: Siempre me he quejado del hecho que se considere a la cultura como una importación de eventos. El hecho de traer al ballet Bolshoi a Monterrey no tiene un valor para la cultura local. Esta compañía cobra una cantidad de dinero, se va y nos deja solo el recuerdo de un espectáculo agradable completamente desvinculado de nuestra propia realidad.

Para mí es mucho más importante invertir en traer profesores de gran nivel, investigadores que nos enseñen cómo hacer bien las cosas. profesores que formen a nuestros futuros profesores locales. En nuestra ciudad hay una cierta miopía respecto al valor de la conversación. Aquí se ha entendido la cultura como la realización de eventos con artistas extranjeros que cobran verdaderas fortunas. A éstos se les brindan homenajes que no aportan nada a nuestra ciudad. Este dinero estaría mucho mejor empleado si se aplicara en formar nuestros profesionales de la cultura, nuestros propios artistas, nuestros valores locales.

Esto ayudaría a crear una mayor conciencia entre diferentes sectores. Pienso en los periodistas, por ejemplo. Sería muy valioso que la ciudad se preocupara por formar buenos periodistas, periodistas concientes del valor de sus palabras y comentarios, periodistas capaces de reunir la información valiosa y hacer que esta llegue al público de tal forma que le ayude nos solo a informarse sino a formarse.

Estoy convencido de que si la ciudad apoyara con becas de estudios a periodistas, músicos, arquitectos, investigadores, se obtendrían grandes beneficios sociales. En vez de dejar que otros extranjeros se lleven el poco dinero que tenemos, esos mismos recursos se podrían invertir en apoyar a nuestra propia gente. También existe el riesgo de que una persona valiosa, muy bien formada en el exterior, regrese a nuestra ciudad y se vaya por no encontrar alternativas para desarrollarse profesionalmente. Este es un verdadero drama. La ciudad debe de preocuparse por crear los mecanismos que permitan que estas personas se integren y den frutos dentro de nuestra comunidad.

MB: Esta posibilidad sería ideal, pero no hay que olvidar que las instituciones se forman con individuos con intereses específicos y en su mayoría por compromisos políticos. ¿No le parece remota la posibilidad de que estos sujetos, determinados en su mayoría por posiciones de poder, tengan un genuino interés por impulsar las actividades y el nivel cultural del estado y en particular de nuestra ciudad?

ER: Yo nunca he creido en las acciones del gobierno en materia cultural. Aquí el estado no apoya a las instituciones privadas cuando éstas lanzan proyectos. El gobierno está siempre alejado de las necesidades reales. Formar una orquesta sinfónica en Monterrey no tiene ningún sentido todavía. La ciudad no la demanda. Cuesta una fortuna mantener a tantos músicos y me parece que lo único que buscan con ello algunos funcionarios es parase el cuello. hay que comenzar formando grupos pequeños: cameratas, cuartetos, tríos y ya después una orquesta.

En materia cultural Monterrey siempre ha estado dirigido por la iniciativa privada. El Museo de Monterrey es el único museo que realmente funciona como tal y es cien por ciento capital privado. El Centro Cultural Alfa también. Anteriormente existió Promoción de las Artes, una institución que otorgó becas importantísimas a muchos artistas locales y trajo a la ciudad excelentes exposiciones a sus instalaciones.

La industria regiomontana destina fuertes sumas de dinero para apoyar al desarrollo de la cultura. Ellos son quienes compran las principales obras de nuestros artistas. El estado no se ha interesado por destinar ni una pequeña parte de su presupuesto para formar una pinacoteca decente que muestre con orgullo lo mejor de nuestra plástica local; no imprime buenos catálogos o libros, no promueve a nuestros artistas en los medios de comunicación que controla. Simplemente no tiene ningún interés por desarrollar el arte en el estado. No existe ni siquiera un censo o un directorio de los artistas que viven y trabajan en nuestro estado. No cuentan con archivos o centros de documentación en donde lleven registro de lo que acontece en materia cultural. El estado está completamente ajeno y no sabe siquiera cuál es su papel a este respecto. Han sido incapaces de rodearse de buenos asesores. Con estos antecedentes no cabe la menor duda de que ha sido la iniciativa privada regiomontana la única que ha mostrado un cierto interés por la promoción cultural.

MB: Usted ha dicho que los artistas que salen a estudiar fuera, regresan y no encuentran alternativas para su subsistencia. ¿No sería posible que estas personas retornaran con propuestas de autogestión y realizarlas? Usted lo ha hecho.

ER: Pudiera ser. En mi caso yo cuento con una vocación clara para la promoción cultural, no tanto para la producción plástica. La labor que realizo me hace sentir competitivo. Los artistas tienen el problema de que la creación no la pagan igual. Tenemos el caso de músicos como Arturo salinas. Él tiene una formación que la envidiaría el 98 por ciento de los músicos del mundo. Él vive aquí, aislado en nuestra ciudad. Otro caso el de Sergio Martínez, con estudios musicales durante diez años en Londres. Está el caso de José González Quijano, crítico de arte, estuvo varios años en Italia con una beca importante, y al regresar sus expectativas no pudieron ser satisfechas por la ciudad y se fue a vivir a la ciudad de México.

Sería importante que las instituciones pudieran absorber a todas estas personas tan valiosas y pagarles bien por sus servicios profesionales.

A la cultura siempre se le ve como el pariente pobre y la gente quiere todo gratis, como si hacer un texto no costara esfuerzo y varias horas de concentración y de trabajo. ¿Por qué sucede esto? Todo conocimiento requirió de un gran esfuerzo. Dar un curso, una conferencia, hacer un texto para presentar a algún artista o un libro implica trabajo y este debe de pagarse como cualquier otro trabajo decente.

Nuestra ciudad abre espacios para la difusión del arte pero adolece de profesionales para hacerlos funcionar adecuadamente. Es así como tenemos a un arquitecto manejando el Teatro de la Ciudad, un ingeniero dirigiendo un museo y un dramaturgo dirigiendo el Planetario Alfa. No quiero decir que lo hayan hecho mal. es gente trabajadora y que pone mucho empeño pero es necesario que quienes encabecen las instituciones sean profesionales de tiempo completo. Ya basta de improvisaciones y de tomar a la cultura como un pastiempo.

MB: ¿Qué se tiene qué hacer?

ER: Antes de seguir por ese camino, me gustaría agregar otra cosa que considero importante. La gente piensa que la cultura debería de ser llevada a las masas. La cultura no son paletas heladas. La cultura es conocimiento. Éste debe de estar al alcance de todos, pero desgraciadamente no llega a las mayorías. Hay un público para cada cosa. El futbol tiene un público específico. No a todos nos gusta ir a los estadios ni pasarnos tardes enteras viendo como veintidós personas corretean un balón. Igual sucede con el arte. ¿Quiénes van a las exposiciones? Van sólo los iniciados en el mundo del arte, eso es definitivo. Igual pasa con los toros. A la plaza sólo van los que entienden de eso. En el terreno de la cultura no se trata de llevarles exposiciones a las colonias proletarias, eso no tendrá ningún efecto. En vez de gastar en eso, hay que generar conciencia en estas personas de que los museos y las galerías están abiertas también para ellos y de que son lugares en donde podrían aprender mucho si así lo quisieran.

Yo pienso que el arte y la cultura están enraizados en la comunidad misma, que los artistas e intelectuales se nutren de esa misma colectividad; de lo que observan en las calles, de los gestos sociales de los pueblos, sus grafismos, su entorno visual, hasta de su misma podredumbre aprenden.

Sin embargo, los niveles más altos de expresión espiritual no se alcanzan así. Para ello hay que estudiar mucho. Para ser poeta no se requiere sólo estar en la calle, se requiere saber de estructura poética, de literatura, conocer bien el medio. Yo no conozco a nadie que haya nacido pintor. Para serlo se requiere un profundo conocimiento de las técnicas, de la teoría del color y de la historia de la pintura , si no del arte. Pero tu tenías otra pregunta interesante.

MB: Sí, sobre las historias del arte. ¿Por qué estas se refieren sólo a las obras mayores y las que consideran menores son ignoradas? Aún cuando estas recuperen más fielmente la situación de una sociedad en un tiempo específico.

Yo afirmo que hablar de cultura es hablar de una conversación. Si hiciéramos la historia cultural de una zona marginada y la publicáramos, quizás a los únicos que les interesaría sería a los sociólogos y a los antropólogos. Pero si se escribe sobre las grandes obras que se produjeron en el Renacimiento Italiano, quizás a muchas personas más les podría interesar el tema. No digo que lo otro no sea expresión cultural, pero lo más probable es que este barrio marginado se asemeje a muchos otros barrios marginales de muchas otras ciudades y por ello no tenga mayor trascendencia. En la historia del hombre nada se pierde, solo que la memoria tiene muchos cedazos y trata de no olvidar las cosas más valiosas. En el campo de las artes hay demasiados artistas pero son pocos los que realmente le aportan algo valioso al mundo. Con esto no quiero decir que no sean un fiel reflejo de la realidad que vive el artista y que por ello sean despreciables. Es como si alguien por intuición propia descubriera las tablas de multiplicar. Es muy valioso para su inteligencia personal pero no agrega nada a la ciencia actual.

MB: ¿Cuáles son sus propuestas a las instituciones?

ER: Primero, apoyar más a las personas para que se formen muy bien antes de pensar en organizar más eventos. Importar profesores en muchas áreas que quisiéramos desarrollar y crear sólidas Facultades a niveles de licenciatura y postgrado.

Es necesario crear infraestructuras firmes que se dediquen a formar público y buenos productores de arte. preocuparse por llevar un fiel registro de todo lo que acontece en la vida cultural de la ciudad o del estado. Apoyar a los periodistas para desarrollen una conciencia profunda del papel tan importante que juegan dentro de la historia de la cultura local. Es prioritario ponerle atención y cuidado a la elaboración de las páginas culturales de los periódicos.

Otra de mis sugerencias es promover la edición de catálogos o programas con gran diseño y contenido; promover a nuestros artistas editando libros sobre su trabajo y apoyándolos para que se den a conocer fuera de nuestro estado.

Creo que es necesario pensar en la importancia de profesionalizar nuestro medio cultural. Buscar que nuestros músicos, poetas, arquitectos, pintores, dramaturgos, periodistas y demás sean de tiempo completo, no personas a medio formar. Hacer lo que sea necesario para que alcancen los más excelsos niveles en su área.

Publicada en el Periódico El Porvenir  26 al 28 de julio de 1987, 8-C, Monterrey, N. L.

 

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